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Arquitectos: Vora; Vora
- Área: 490 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Adrià Goula
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Proveedores: Roca, Aleluia Cerâmicas, Bolivar, Ceràmica Cumella, Cordonne, Engblad&co, Fujitsu, Fustería Ebenistería Cisca, Fustería Ebenistería Cisca, Grupo Kiak, Grupo Kiak, Irsap, Marbres Rodón, Otranto, Rovira, Sandberg, Torra, Valadares
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Vallirana 47 es un edificio entre medianeras, construido en 1923, bastante anónimo y discreto. Su valor no radica en ninguna singularidad, sino en el sentido de continuidad de una época. Tenía una distribución convencional de pasillo y estancias pequeñas, poco alterada, e interiores con pavimentos de mosaico hidráulico, molduras de escayola en algunos techos, puertas y ventanas altas y estrechas de madera pintada, persianas de librillo, etc... En algunas de las viviendas aún había elementos originales que hoy en día cuestan de encontrar.
Estimulados por la idea de intervención de Pontejos (conservación y preservación), dimos un paso más allá en las estrategias de aprovechamiento y transformación de preexistencias ensayadas en obras anteriores, llevando la actuación a un nivel de hibridación entre lo nuevo y lo viejo al que no habíamos llegado nunca antes. Actuamos con la identidad del edificio de manera a la vez continuista y disruptiva, con una actitud respetuosa y a la vez lúdica. El nuevo orden espacial se superpone de forma expresiva al existente, mediante la fricción y el desplazamiento. Pavimentos y techos contienen el orden y jerarquía de espacios original, mientras que los tabiques concentran al mismo tiempo parte de esta memoria y también lo transformado.
Las nuevas aportaciones materiales se hibridan con lo preexistente en el detalle y el ornamento. Se reciclaron muchos materiales y elementos del propio edificio, que le mantienen la continuidad ambiental. Y todo lo que se añadió de nuevo enlaza con esta continuidad desde los aspectos más táctiles a los más abstractos: azulejos esmaltados, aplicación de patrones gráficos extraídos de rejas del edificio, papeles de pared, etc... En esta aproximación sensorial se incorporó también la estratificación de calidades que caracteriza los edificios de viviendas de aquella época, concretamente en el detalle de algunos revestimientos y elementos. En definitiva, construimos una densidad de capas de percepción e información en los interiores, que aporta complejidad y vibración. Vibración con significado para quien quiera interpretarlo, que a la vez genera un confort visual deliberadamente alejado de las superficies lisas y anónimas, para que los futuros inquilinos se sientan como en casa desde el primer día.